Todas las religiones tienen algo en común, la vida después de la muerte. El Mas Allá, el lugar al que el alma va después de la muerte y donde vivirá eternamente. Y esta nueva vida estará condicionada por nuestras acciones. Así, nuestras decisiones adquieren mucha mas importancia, a simple vista, que si no existiera tal cosa. Si el ultimo suspiro no diera paso a nada salvo la nada, nuestros actos carecerían entonces de sentido, ya que no hacemos sino esperar a dejar de existir. No dejamos atrás nada que tarde o temprano no vaya a ser olvidado y, con el tiempo, será como si nunca hubiéramos estado aquí. La vida no tiene ningún sentido en si misma entonces. Pero es justo eso lo que nos hace tan libres. No tenemos un destino, nadie nos maneja. Tomamos nuestras propias decisiones y, cuando todo acaba, no tenemos que rendir cuentas ante nadie. Somos nosotros los que le damos significado a nuestra vida.
Todas las civilizaciones han tenido, en algún momento, religión. Han creído en algo. Y es que creer, especialmente cuando las cosas van mal, ayuda a soportar la vida. Vivir no es fácil, mientras vivas tendrás que enfrentarte al sufrimiento. Pero vivir no es difícil tampoco, pues mientras vivas podrás ser feliz. Y la felicidad puede encontrarse en cualquier lugar. Es como el aire, que lo llena todo. Solo necesitas saber mirar para comprobar que esta a tu alrededor. Solo necesitas estirar la mano para cogerla.
No creo en Dios, nunca lo he hecho. Pero no negaré que, a veces, levanto la mirada al cielo y pienso en que me gustaría creer. Todos necesitamos consuelo alguna vez.
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