Memorizar no es comprender; saber recitar un párrafo de un libro no quiere decir que lo entendamos y lo sepamos aplicar a la vida real. Pese a ello, en las escuelas se sigue valorando más el poder retener grandes cantidades de información durante el mes que (como muchísimo) nos pasamos estudiando para un examen que el aprender de verdad algo. Vivimos en una época en la que todo el conocimiento de la humanidad está a solo unos cuantos clicks de ratón. ¿Que sentido tiene aprenderse la tabla periódica si hasta un niño de seis años puede encontrarla en Google? ¿No sería más útil, más lógico, enseñar a los alumnos técnicas de laboratorio más avanzadas en lugar de hacerlos memorizar 118 elementos?
Nos quejamos de los recortes, de las aulas abarrotadas y de la falta de fondos públicos, pero no de que el sistema educativo, la forma de dar clase y evaluar, casi no se haya cambiado desde la revolución industrial. Claro, han cambiado las asignaturas, pero no la forma de enseñarlas.
La educación el el pilar básico de una sociedad. Sin ella no existirían médicos, arquitectos, mecánicos, periodistas... Pero no solo eso. Cuando una persona no es educada y formada, no desarrolla la capacidad de pensar de forma crítica, y se encuentra con que no tiene más opción que creer ciegamente lo que le dicen otros, pues no tiene los conocimientos suficientes como para saber si lo que le cuentan es correcto o erróneo. En definitiva, se vuelve más fácil de controlar.
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