Un caso muy claro es un jugador de ruleta, dudoso de si apostar al negro o al rojo, al final se decide por el rojo, pues antes, había salido negro. Espero que se entienda, por muchas veces que haya salido antes negro, nada tiene que ver para afectar a la sigiente jugada.
En este caso yo soy el jugador de ruleta. Estoy dudoso, no se a que jugar, que cojones, ni siquiera se si yo soy la ruleta y, bueno, sólo sirvo para jugar un rato. Mi cerebro, intentando buscar cualquier respuesta valida, cualquier pista, cualquier cosa que me diga que hacer, que paso dar, a que arriesgarme.
La semana, todo ha de decirse, ha acabado de pena, pues ayer Domingo llegó la guinda del pastel, lo que haría que terminara en uno de los peores fines de semana por los que me ha tocado pasar. De los más largos, pues tengo la sensación de que para mi el día no ha pasado, todavía no he tenido los cojones de cerrar los ojos y olvidarme de todo.
Como escribí ya la otra vez, cuanto más arriba estoy, más rápido cáigo, más fuerte y mas asquerosa es.

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