Es parecido también a mirar hacia arriba de noche, lejos de la ciudad, y contemplar el cielo lleno de estrellas. Algo hermoso, pero que pocos parecen pararse a apreciar. Cegados por la luz de las farolas, cuando estas desaparecen y son capaces de ver con claridad siguen sin mirar al firmamento, asumiendo que no habrá nada allí. Y viven confundiendo placer y felicidad, belleza y simple apariencia.
Con el poder de cambiar destinos y tan frágil como el vidrio. Tan complicado que la ciencia no intenta explicarlo, y aun así tan simple como seguir el canto de una sirena.
Y es curioso saber que lo que hiere a tantos puede curarlos también. Que algo que causa tanto dolor sea fuente también de felicidad.

0 comentarios:
Publicar un comentario