Nos dejamos una lista pendiente de cosas por hacer. Una lista tan larga que necesitaría toda una vida, una vida a tu lado para hacer todo lo que soñé que haríamos juntos.
El tiempo se me escurrió como la arena entre los dedos. Arena que se convirtió en cristal, cristal que me rasguña el alma.
La otra noche dormí, por primera vez en mucho tiempo, sola en esa cama que era nuestra. Ya no me pareció el paraíso. Se me hizo eterna, árida y fría. Me desperté al lado del vacío que dejó tu cuerpo ausente, sin tus manos acariciándome la espalda.
"De tu corazón con mi corazón, de mis manos temblorosas arañando el colchón."
Pensaba que lo peor era tu intermitencia en mi vida, pero me equivocaba; prefiero tenerte como te tengo, aunque no te tenga, a no tenerte en absoluto. Queriéndome a tu manera aunque no quieras quererme.
Esa lista de cosas por hacer me pesa como piedras en el corazón. Por eso ya no creo en promesas ni ilusiones.
Morderte los hombros un día de lluvia, verme apresada entre la pared y tu cuerpo, contar y besar cada una de tus pecas, apoyarte en tus peores momentos y que quizá tú me apoyaras en los míos, tal vez que algún día me dieras la razón por cada vez que te digo que serás un buen padre, que me ayudaras a elegir ropa interior, que me enseñaras a nadar y a jugar a poker, volver a contar las estrellas a tu lado...
Me has dado de los mejores momentos de mi vida, mejores incluso que mis mejores sueños. Porque muchas veces la realidad supera a la ficción.
"Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión."
miércoles, 17 de septiembre de 2014
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