No somos conscientes de hasta que punto queremos, comprendemos y valoramos a los demás porque somos incapaces de comprender el complejo funcionamiento de la mente humana. El enrevesado mecanismo mediante el que funcionamos va mucho más allá de nuestro entendimiento.
Nunca pecamos de egoístas, ni hemos de castigarnos por ello. Tan sólo mantenemos la parte de protagonismo de la película que nos pertenece.
No obstante, jamás perdemos de vista el importante papel que cumplen los otros en nosotros mismos, porque nos complementan, enseñan y enriquecen. Unos más que otros, cada cual expresa de manera distinta lo que piensa y lo que siente y lo comparte tan solo con aquellos que elige.
No hay problemas mas importante, mas relevantes o más graves, NO HAY PROBLEMAS. Su esencia y existencia se limitan a la debilidad humana, a su miedo y desconcierto sobre el mundo. Aunque son precisamente, los más perfectos de nuestros desperfectos lo que nos hace especiales.
Sin embargo, es curiosa la forma en la que tratamos de desprendernos de ellos por todos los medios posibles. Buscamos borrar el problema que generamos, en vez de cesar su ficticia producción.
Bendita estupidez humana.
No importa el tamaño de nuestro cuerpo. Independientemente de lo pequeño o lo grande que sea, podemos llenarlo absolutamente de todo lo que queramos. Tenemos un trocito de corazón grande, pero menguado por compartirlo con los demás. Este vacío que queda lo rellenamos de cachitos de corazones ajenos y lo unimos con cemento de experiencias, emociones, lugares, miedos, obsesiones y, como no, pasiones.
Querido Ángel mío, compartamos camino. coje mi mano mientras yo me apollo sobre tu espalda. Nunca me des las gracias porque soy yo, el que nunca sabrá como devolverte todo lo que TÚ, sin darte cuenta, tan inocentemente, me has regalado.
Te quiero, T'estume, Je T'aime.
Entradas
0 comentarios:
Publicar un comentario